Casus belli
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Desde hace algunas semanas o poco más, la industria del entretenimiento esta siendo hackeada sistematicamente.
El primer caso más resonante fue el de PSN, no recuerdo cuanto tardaron en restablecer el servicio pero se que no fue un asunto de pocos días. Rápidamente se sumaron Epic, Eidos, Codemasters y en estos días Bethesda. Me sorprendió lo virulenta de la reacción de gamers de a pie en sitios como gamespot donde piden poco menos que la cabeza de los hackers. Pensé entonces que sería exagerado de mi parte interpretar con alarma tanta manifestación de odio y frustración porque después de todo los niños son propensos a la ira cuando frustran sus deseos. Aún cuando el promedio de edad de los consumidores de videojuegos crece y no puede pensarse en la típica cuestión vegetativa me incomodaba la profusión discursiva pentagonal que reclamaba la tipificación terrorista para acciones de este estilo. En fin, resulta que el asunto parece ser de discusión pública porque el WSJ publicó el 31 de mayo un artículo que discute al hacking como acto de guerra (ver) y entonces claro, el mensaje empieza a funcionar como un meme y si además lo instalás sobre individuos con un factor multiplicador bastante interesante como el de estos sujetos hiperconectados ya podemos esperar que una parte significativa de la opinión pública acepte con naturalidad parangonar hackers con terroristas. Ojo, no quiero decir con esto que los alcances de una acción disruptiva y de sabotaje como el hackeo no pueda tener un impacto significativo, solo me preocupa la extensión de las etiquetas ( o las etiquetas a secas).
Quizá la tactica más económica para ganar adeptos respecto de la posición "anti-terrorismo-cibernetico" sea hackear sistematicamente unos cuantas empresas de entretenimiento y después sentarse a esperar un poco.